Muchos migrantes están de regreso en sus países de origen. Incluso en el caso de personas establecidas por décadas, se están decidiendo por el retorno voluntario.
Para los republicanos, la fórmula migratoria para ganar elecciones se justifica por la “ilegalidad” de los braceros, genera miedo y promueve un racismo encubierto
Antes de dedicar otro artículo a Trump, palpemos otras texturas, como la de ver y admirar a un artesano mexicano trabajar con las manos y olvidarnos, por un rato, de toda la escoria que oímos y leemos en estos días.
No sólo se trata de un recorrido mucho más largo y de mayor costo, sino de la pérdida de control del espacio geopolítico del Pacífico por parte de Estados Unidos y su aliado comercial México, con el puerto de Manzanillo.
Donald Trump llegó a donde está por ser un rico heredero y por abrirse camino a punta de codazos, insultos, trácalas, mentiras, componendas, amenazas, chantajes, abogados, etcétera.
Joe Biden plantea un camino diferente a las propuestas xenófobas de Donald Trump y pretende recuperar el voto latino con medidas a favor de las personas indocumentadas.
La propuesta de Biden es que el gobierno de la 4T lo ayude a resolver el problema del presupuesto, condicionado por los republicanos del Congreso a que se solucione la crisis en la frontera.
Los cónsules se preocupan por adivinar si el solicitante tiene las malas intenciones de quedarse a vivir el sueño o la pesadilla americana sin el permiso correspondiente.
La lucha de los migrantes actuales por la igualdad y el reconocimiento es básicamente una lucha antirracial y anticolonial, con la peculiaridad de que se desarrolla, desde hace un siglo, en el corazón del imperio.